lunes, 19 de octubre de 2015

Valoración Tierras de Frontera


Hola amigos,

Concluido este tramo del Camino del Cid, conocido como Tierras de Frontera, quiero hacer una valoración personal de lo vivido, y de lo que he podido ver a lo largo de todos estos días. Os aseguro que no es algo sencillo recorrer 300 kilómetros, en una zona muy despoblada, con pocos servicios y con una pesada mochila a la espalda. A esto habría que añadirle la soledad, para lo que hay que estar psicológicamente preparado, sin duda. Pero no me he sentido solo, me han acompañado los personajes "Cidianos", mi música…, y todas las personas con las que me he ido encontrando y conviviendo, que han sido muchas. Ellas me han aportado conocimiento de todo tipo. Me han trasladado sus problemas, me han relatado cómo viven, y cómo sobreviven... en muchos casos. De ellas he sentido una vez más lo que es la generosidad. He disfrutado del silencio, del aire en mi cara, del cantar de los pájaros, de la vista de animales como es el caso de corzos y jabalís…, de los increíbles paisajes otoñales de estas tierras, y también, de la propia ruta en sí misma, sembrada de castillos, fortalezas, etc. que conforman un escenario extraordinario. Hago a continuación una valoración por apartados…


Señalización

En general, es buena y suficiente en las tres provincias por las que discurre el tramo Tierras de Frontera, especialmente en la provincia de Soria, pero también es cierto que a lo largo de la travesía he tenido que consultar el GPS en numerosas ocasiones, algunas porque no encontraba las señales, y otras para confirmar que iba por el lugar adecuado, al no estar quizá suficientemente marcado. Los postes de madera con la imagen del Cid, tan característicos en la provincia de Burgos, dan paso en esta ruta a marcas de senderismo, con las que se balizan los GR, aunque también pueden verse los postes. En varios lugares estas marcas no están donde debieran, en el lugar más apropiado, sino que se han colocado probablemente sin el criterio de un profesional de montaña. En otras ocasiones estas señales están ocultas o semi ocultas por arbustos o maleza.

En mi opinión, es necesario mejorar la señalización al menos en estos dos puntos para evitar despistes y quizá algún problema mayor:

  • El tramo de La Miñosa a Robledo de Corpes tiene una longitud de unos 13 kilómetros, y discurre casi en su totalidad por montaña. Partiendo de 1021 m. de altitud en origen se va ascendiendo hasta llegar a unos 1450 m de altitud, para descender de nuevo hasta los 1150 m de altitud en Robledo de Corpes. El tramo final entre La Miñosa y el punto más alto de la montaña, se debe mejorar la señalización, no es suficiente y puede llevar a despistes.
  • En el trayecto comprendido entre Luzón a Maranchón, en lo que es la subida hasta los generadores eólicos desde la primera de estas ciudades, el número de señales tampoco lo considero suficiente, especialmente si se realiza el trayecto al anochecer, como fue mi caso.

Servicios

Tierras de Frontera está algo más poblada que el Camino del Destierro, pero aun así sigue siendo una de las zonas con más despoblación de Europa. Por ello, es habitual encontrarse con pueblos con muy pocos habitantes y sin servicios, como puede ser un simple bar.

Quien pretenda realizar esta ruta andando debe tener esto muy presente y no ha de tomárselo a la ligera, ya que es seguro que habrá de hacer muchos kilómetros sin apoyo logístico, digámoslo así..., tanto para comprar, comer o dormir.



Patrimonio artístico y cultural

He podido comprobar durante mi andadura por Tierras de Frontera, también conocida en la Edad Media como la Marca Superior, el importantísimo patrimonio artístico y cultural que tiene esta ruta, teniendo el privilegio de admirar ermitas, iglesias, puentes, castillos y fortalezas medievales, en diferentes estados de conservación, pero todos ellos dignos de ser visitados y protegidos.

También he tenido la oportunidad de visitar monasterios, como el de Santa María de Huerta, perteneciente a la Orden de Cister, que se encuentra en perfecto estado de conservación, del que se encargan apenas una veintena de monjes.

Ciudades esplendidas que aun hoy en día desprenden historia por los cuatro costados, como es el caso de Sigüenza, Anguita, Somaén, Calatayud, o la espléndida Medinaceli, sin desmerecer ninguna otra. Pasear por sus calles es sumergirte en aquella época, respirar y sentir su grandeza.

Es obvio que hacen falta medios económicos, pero también interés por parte de todos, empezando por los propios Ayuntamientos y vecinos. Debemos ser conscientes que su protección y puesta en valor supondrá - con toda seguridad- una revitalización económica en todos estos pueblos y ciudades, cuyo potencial turístico es enorme. Hay que invertir, incluso a fondo perdido, para poner en marcha proyectos turísticos y de otra índole, que permitan en el futuro proteger adecuadamente el patrimonio y mejorar sustancialmente la calidad de vida de las personas que viven a lo largo del Camino del Cid.

Añadiría al patrimonio de Tierras de Frontera sus paisajes, algunos de ellos esplendidos, como es el caso de los Hoces del rio Dulce o la inmensidad de sus tierras rojas, coronadas en sus cerros por fortalezas; y también añadiría, la soledad..., el silencio que acompaña esta travesía, que me gustaría reivindicar como un patrimonio muy importante, más si cabe hoy en día, en donde el ruido de todo tipo y el exceso de información, muchas veces inútil, nos hace perder de vista las cosas más elementales y necesarias.



Sugerencias al Consorcio Camino del Cid

Me remito a lo sugerido en el tramo correspondiente al Camino del Destierro, ya que es plenamente valido para Tierras de Frontera. Quizá, recalcar que es muy necesaria la creación de una red de albergues, planificada y ordenada en el tiempo, que permita despertar en la gente el interés necesario por el Camino del Cid, de forma que poco a poco, se vaya incrementando el número de “Cidianos” que realicen esta travesía.

Por otra parte, el compromiso y la implicación de los Ayuntamientos por los que discurre el Camino del Cid ha de ser mucho mayor de lo que es en la actualidad. Casi me atrevería a decir que alguno de ellos vive de espaldas a esta ruta.



Agradecimientos

Debo agradecer de nuevo, y en primer lugar, al Consorcio del Cid la magnífica página Web http://www.caminodelcid.org que pone a nuestra disposición, en la que podemos encontrar información y ayuda muy valiosas.

Y también, como no puede ser de otra manera, agradecer la generosidad y la ayuda desinteresada que me han prestado numerosas personas a lo largo de Tierras de Frontera, y también la atención y el cariño de otras muchas. Gracias a todos ellos, por lo que me han enseñado y por lo que me han aportado.


Deseo cerrar este Blog haciendo mención a las puertas, a esas puertas olvidadas a las que nadie presta atención, totalmente transparentes para el modo de vida de hoy en día, puertas cargadas de historia, como la que os presento aquí. Creo que nada mejor que ellas representan lo que fue esta zona de frontera, sus luchas, sus miedos y cultura, en definitiva. Fueron puertas de bienvenidas, de acogida y de despedidas, pero también de defensa…, puertas que sufrieron los embates de uno y otro lado, puertas heridas, mil veces rotas y otras tantas reparadas, similares a las vidas de las personas y personajes que poblaron estas tierras. Pienso que vivir necesariamente supone reparar, apuntalar, para continuar nuestro camino y superar de este modo obstáculos, como lo hicieron en esta zona tan conflictiva, en la fascinante Edad Media, donde la supervivencia era la seña de identidad, como lo sigue siendo hoy en día, aunque de forma diferente.

Si os fijáis detenidamente en esta fotografía, lo que transmite, además de su larga historia llena de avatares, es seguridad, esa seguridad que emana de los objetos, y también de las personas, que han pasado por todo tipo de situaciones y saben que pueden afrontar con entereza lo que el futuro les depare. Con esa luminosidad, esta puerta transmite también alegría y esperanza en el futuro.

Y que mejor complemento para poner punto final a esta valoración, que hacerlo con una jarcha mozárabe del siglo XI, recitada con toda seguridad delante de puertas como esta que os he presentado. Para quien no lo sepa, decirle que se llamaron mozárabes a los cristianos que convivían con los musulmanes conservando su lengua y cultura. En aquella época la inmensa mayoría de la población era analfabeta y por tanto no sabía leer ni escribir. En ese marco, la cultura en general, y la música y poesía en particular, se transmitían de generación en generación a través de los juglares, que iban recitando historias por los pueblos. Me despido por tanto de Tierras de Frontera con esta jarcha de la época, en la que se narra la negativa de una joven a un pretendiente…


Non me mordas, ya habibi
La
No quero daniyoso
Al-gilala rajisa, basta!
A toto me rifyuso


Desde aquí animo a quien lea este Blog a visitar esta zona, y que se decida a recorrerla, preferentemente caminando, con respeto y sensibilidad, sin alterar la esencia de las cosas. Con
ello, aportará su granito de arena y colaborará sin duda en el desarrollo sostenido de esta zona, tan necesitada en muchos casos de ayuda. 

Un abrazo
Jon Galdos



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